Para declarar la santidad de una persona se necesita primero que se declare el decreto de virtudes heroicas. Leo en un artículo sobre este tema: ?El Papa Benedicto XIV, cuyos capítulos sobre las virtudes heroicas son clásicos, describe la heroicidad en los siguientes términos: ?para ser heroica una virtud cristiana debe capacitar a su dueño para realizar acciones virtuosas con extraordinaria prontitud, facilidad y placer, por motivos sobrenaturales y sin razonamientos humanos, con auto-abnegación y pleno control de las inclinaciones naturales?. Una virtud heroica es, por tanto, un hábito de buena conducta que llega a ser como una segunda naturaleza, una nueva fuerza motriz más fuerte que todas las correspondientes inclinaciones innatas, capaz de volver fáciles una serie de actos cada uno de los cuales, para el hombre ordinario, hubiesen significado dificultades muy grandes, sino insuperables.? No soy yo quién, y Dios me libre, de enmendar a la Iglesia, pero?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os mandado, decid:
?Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer?
Siempre hay distintos puntos de vista. Los tibios vemos (para los que seáis unos perezosos como yo), algo increíble que alguien viva la fe, la esperanza, la caridad, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza sin creerse un héroe. El que está metido en Dios no piensa que haga algo extraordinario por vivir las virtudes cada día más y mejor. Para el santo las virtudes dejan de ser extraordinario, simplemente vive los dones que Dios le ha dado pues gratis los ha recibido y los da gratis. Los vive con la naturalidad del respirar, y no es que no cuesten esfuerzo, pero el esfuerzo está sobre entendido, se cuenta con él y se abraza como se abraza a cruz. Por eso para los cenutrios como yo cuando vemos esas virtudes en la vida de otro nos parecen heroicas, y para el santo son simplemente el regalo aceptado y agradecido de ser hijos de Dios.
Contra las virtudes heroicas está el victimismo: ¿Por qué yo? ¡Siempre me toca a mí!, y otras tantas expresiones. Y también el orgullo y la presunción, contando a todo el mundo lo bien que lo has hecho. El Padre Pio decía que él era un misterio para sí mismo, pues descubría lo que Dios hacía en él sin mérito propio.
Nuestra Madre la Virgen vivó la que más excelsamente las virtudes heroicas y cuál fue su reacción: ¡Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador! Pues nada, a ver si dejamos la tibieza.